sábado, 12 de marzo de 2011

LIGA NACIONAL-BOLCHEVIQUE VENEZOLANA

EL BOLCHEVISMO

Sobre la cuestión de los bolcheviques es menester precisar que el bolchevismo es un fenómeno histórico y real, no un planteamiento teórico de Marx y Engels. De hecho, de haber seguido la teoría marxista (la que escribió Marx) en Rusia no habrían triunfado los bolcheviques sino los mencheviques, pues estos últimos consideraban, siguiendo a Marx, que a una revolución proletaria debía preceder una etapa burguesa y unas condiciones de capitalismo desarrollado, que obviamente no se daban en la Rusia zarista, un país feudal y atrasado.



Dugin dice que el nacional-bolchevismo es simplemente bolchevismo (lean su artículo Just Bolshevism) puesto que no ha existido ningún bolchevismo no nacional. Como fenómeno histórico y real, el bolchevismo, en su esencia leninista-stalinista, ha demostrado ser una fuerza espiritual y patriótica. Los rusos llamaron "Guerra Patriótica" a la guerra de resistencia contra la ocupación nazi, porque ser solidario con la causa de la liberación nacional y social de los pueblos (ser "internacionalista proletario") no es contradictorio con ser patriota y nacionalista.

En teoría, Rusia era un país "materialista", pero eso era sólo la teoría de la dialéctica marxista. Cada construcción socialista es diferente, el socialismo es algo proteico y cambiante que se adapta y asume las particularidades de cada nación, y por esta razón es nacional. Marxismo no es sólo lo que escribió más o menos acertadamente Marx; Marxistas y patriotas han sido Mariátegui, Mao, Stalin, Castro, Guevara, Ho Chi Minh, etc. En mi opinión esto es lo que nos diferencia de los nazis; los nazis hablan de la raza aria lo mismo en Alemania que en países donde hay mestizos, mulatos, indios como sucede en la querida Patria Grande. El nazismo no se adapta ni asume las particularidades de cada nación y por ende no es nacional, en todo caso sería nacional sólo en Alemania.

Por estas razones creo que ese bolchevismo apátrida y ateo no es el que corresponde al bolchevismo como fenómeno histórico y real de un país concreto como Rusia (lo que Stalin llamaba el socialismo en un sólo país). Ese "bolchevismo" degenerado es un invento occidental no soviético. El socialismo no es sólo un método de reparto, no es sólo una forma de organizar y dirigir la economía, es una moral revolucionaria, que es lo más importante. Y cuando alguien evoca la época soviética lo primero que le viene a la cabeza no es la dialéctica materialista, sino la disciplina, la moral, el patriotismo, los valores tradicionales, la inmensa producción intelectual y artística de la Unión Soviética, el glorioso ejército rojo, etc.
Para el nacional-bolchevismo es importante la conformación de bloques geopolíticos para combatir el imperialismo yanqui: el bloque Eurasiático, el bloque Iberoamericano, etc. Es decir, cada cultura debe tener un ámbito en el que pueda desarrollarse conforme a sus valores tradicionales (y a la vez revolucionarios). No se trata de imponer un modelo eurocéntrico, sino que cada bloque debe encontrar su vía nacional al socialismo; eso es el socialismo nacional.

En toda Revolución hay siempre elementos contrarrevolucionarios que hay que neutralizar. Esto ha ocurrido y ocurrirá siempre. Al Che Guevara no le gustaba fusilar gente porque sí, sin embargo no dudó en ordenar la liquidación de estos elementos perniciosos si no quedaba otro remedio para salvar la Revolución. Por supuesto a la izquierda blanda y pusilánime no le resulta grato recordar que Castro, Stalin, Guevara, el Presidente Gonzalo, Mao y otros nacional-comunistas han tratado como se merecían a degenerados y contrarrevolucionarios de la peor ralea. Los militantes rusos del NBP reivindican orgullosos a Stalin sin hacer caso de la estúpida campaña de desprestigio contra el gran dirigente bolchevique, al que el imperialismo yanqui no le perdona el haber convertido a un país salido del feudalismo, de una guerra civil y de la gran guerra patriótica, en una superpotencia.

Lo mismo reza para el caso del Tercer Reich. Que la revolución nacional-socialista fuera llevada al fracaso (en mi opinión) por el racismo y anti-bolchevismo hitleriano, no debe hacernos olvidar el gran desarrollo cultural y tecnológico llevado a cabo en este período de la historia de Alemania. Para un nacional-bolchevique el Tercer Reich fue una primavera sin verano; lo interesante del nacional-socialismo es lo que pudo ser y al final no llegó a ser.

EVER TENEPPE 17767425

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FUENTE:http://www.google.com/images?hl=es&q=bolchevismo&wrapid=tlif129998796145810&u
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Quién fue Trotsky y qué es el trotskismo

Javier García Agosto 1998

El trotskismo fue un concepto inventado por el estalinismo para intentar separar las ideas de Lenin de las de Trotsky. Éste jamás aceptó el término. De hecho, los trotskistas en vida de Trotsky, se hacieron llamar bolchevique-leninistas o también comunistas internacionalistas.

Los trotskistas siempre han pertenecido al movimiento comunista internacional, considerándose una rama del mismo, precisamente aquella que más fielmente ha defendido las ideas del bolchevismo y de la Revolución de Octubre.


Persecución

Sin embargo, el trotskismo fue vilipendiado y perseguido por el comunismo "oficial" durante décadas en todo el mundo. Todas las corrientes oficiales del movimiento comunista -estalinismo, maoismo, titismo, castrismo, etc- han señalado al trotskismo como un enemigo a exterminar y de hecho, no han disimulado esfuerzos y medios para lograrlo.

La lucha a muerte contra el trotskismo empieza con la contrarrevolución política auspiciada por el estalinismo tras la muerte de Lenin. La fracción de Stalin subordinó los intereses de la revolución proletaria en todo el mundo a los intereses de una nueva casta social, la burocracia, relativamente privilegiada en la Rusia aislada, atrasada y cercada por el imperialismo. Los principios del leninismo fueron abandonados para instaurar en la Unión Soviética un nuevo régimen de dictadura y privilegios ajeno a las ideas del socialismo y el comunismo.

León Trotsky, dirigente de la revolución rusa de 1917, fundador del Ejército Rojo, y que moriría asesinado por un agente de Stalin en 1940, encabezó la resistencia de los comunistas contra el poder de la burocracia y la degeneración de la III Internacional.

Internacionalismo

Poco antes de que el propio Stalin disolviese la Internacional como contrapartida de sus alianzas con las potencias imperialistas, Trotsky y sus partidarios fundaron la Cuarta Internacional para mantener vivos los principios y modelos del marxismo revolucionario, que han inspirado a sucesivas generaciones de comunistas independientes del comunismo "oficial" y a distintas tendencias políticas que com?te reciben el nombre de "trotskistas".

Izquierda Revolucionaria se reivindica del trotskismo y pertenece a este movimiento. Para nosotros, el trotskismo, es el marxismo de nuestra época, la continuación viva del leninismo en la época de la globalización imperialista, del colapso del estalinismo y de la revolución socialista. Las obras de Trotsky son el hilo conductor necesario para entender y aplicar las ideas fundamentales de Marx, Engels y Lenin en la compleja situación de agonía prolongada del capitalismo en la que vivimos.

FUENTE:http://www.marxismo.org/?q=node/47
EVER TENEPPE 17767425
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ASCENSO Y CAIDA DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

Ted Grant Junio 1943
(Escrito con ocasión de la disolución de la III Internacional dictada por Stalin)

La Tercera Internacional oficialmente está enterrada. Ha desaparecido del escenario de la historia de la forma más indigna y despreciable posible de concebir. A toda prisa, sin consultar a los partidos adheridos a ella, por no hablar de las bases en todo el mundo, sin ningún tipo de discusión ni decisión democrática, Stalin ha abandonado pérfidamente a la Comintern debido a la presión del imperialismo estadounidense.

Para comprender cómo esta organización, que despertó el terror y el odio de todo el mundo capitalista, a petición del capitalismo ha tenido un final tan poco glorioso, es necesario volver brevemente al tormentoso ascenso y al aún más tortuoso declive de la Internacional. El decreto de su disolución sólo fue un reconocimiento de lo que desde hacía tiempo ya era conocido por muchos; que la Internacional Comunista como un factor activo hacia el socialismo mundial estaba muerta y que se había apartado definitivamente de sus objetivos y propósitos iniciales. Su fallecimiento ya fue pronosticado y previsto por adelantado.

La Tercera Internacional surgió a partir del colapso del capitalismo en la pasada guerra (Primera Guerra Mundial). La Revolución Rusa desató una oleada de entusiasmo revolucionario en las filas de la clase obrera de todo el mundo. Para las masas, cansadas de la guerra, desilusionadas y amargadas, llegó como un mensaje de esperanza, de inspiración y de valor. Mostraba la salida del caos en que el capitalismo había sumido a la sociedad. Nació como una consecuencia directa de la traición y derrumbamiento de la Segunda Internacional, que apoyó a las clases dominantes en la Primera Guerra Mundial y que, de forma aún más traidora, saboteó y destruyó las revoluciones que estallaron al final de la anterior guerra mundial. Las revoluciones en Alemania, Austria, Hungría y los acontecimientos revolucionarios en Italia, Francia e incluso Inglaterra, demostraron la crisis del capitalismo. El fantasma de la revolución socialista se cernía sobre toda Europa. Las memorias y escritos de casi todos los políticos burgueses de esa época testimonian la desesperación, la falta de confianza de la burguesía frente a la revolución, el reconocimiento del hecho de que habían perdido el control de la situación.


La socialdemocracia salvó al capitalismo. Las poderosas burocracias de los sindicatos y los partidos socialistas se colocaron a la cabeza de los levantamientos de las masas y las desviaron por cauces seguros. En Alemania, Noske y Schideman, conspiraron con los Junkers (oficiales prusianos, el ala más reaccionaria del ejército alemán) y los capitalistas para destruir la revolución. Los soviets de obreros, soldados y campesinos, marineros e incluso estudiantes, que surgieron de la revolución de noviembre de 1918 tenían el poder en sus manos. Los socialdemócratas devolvieron el poder a los capitalistas. Gradual, lenta y pacíficamente, tal y como lo decían sus concepciones teóricas, llegarían a transformar el capitalismo en socialismo. En Italia, en 1920, los trabajadores habían tomado las fábricas. En vez de dirigir a los trabajadores hacia la toma del poder, el partido socialista les pidió no siguieran adelante con procedimientos "inconstitucionales". Y así fue en toda Europa. Los resultados de este programa son ahora evidentes. La peor tiranía y la guerra más sangrienta de la historia del capitalismo.

Pero precisamente debido al colapso del socialismo internacional en la Internacional Socialista, que había traicionado al marxismo, se formó la Tercera Internacional. Desde el comienzo de la pasada guerra (I GM), Lenin, valientemente, hizo un llamamiento para la formación de la Tercera Internacional. La Tercera Internacional se constituyó formalmente en marzo de 1919. Los fines y proyectos que declaraba tener eran la destrucción del capitalismo mundial y la construcción de una serie de repúblicas socialistas soviéticas unidas y federadas con la URSS, a la que no se concebía como una entidad independiente, sino simplemente como la base de la revolución mundial. Su destino estaría determinado por el desarrollo de la revolución mundial.

La formación de la Tercera Internacional llevó rápidamente a la creación de fuertes partidos comunistas en los países más importantes del mundo. En Alemania, Francia, Checoslovaquia y otros países se formaron partidos comunistas que agrupaban a las masas. En Gran Bretaña se formó un pequeño partido comunista con una considerable influencia. El éxito de la revolución mundial en el siguiente período parecía asegurado por el desarrollo de los acontecimientos. Los partidos comunistas en Europa crecían constantemente en número e influencia, a costa de la socialdemocracia.

La pasada guerra (I GM) no había conseguido resolver ninguno de los problemas del capitalismo mundial. De hecho, los había agravado. El capitalismo se había roto por su "eslabón más débil", como lo expresó Lenin. Los intentos de destruir a la joven república soviética con las guerras de intervención fracasaron por completo. El capitalismo alemán, el más poderoso de Europa, se encontró privado de sus recursos, de parte de su territorio, endeudado por el pago de las compensaciones de guerra y en general, estaba en una situación insostenible. Los imperialismos francés y británico, "vencedores" en la última guerra mundial no se encontraban, en lo fundamental, en una posición mucho mejor.

Alentadas por la revolución rusa, las masas de los países coloniales y semicoloniales se estaban levantando y preparándose para la rebelión. En los países imperialistas las masas estaban inquietas y descontentas, además la posición económica del imperialismo anglo-francés había empeorado considerablemente frente al capitalismo japonés y estadounidense.

En este contexto internacional, se desató la crisis en Alemania de 1923. Alemania, con su enorme capacidad productiva, se encontraba paralizada por las restricciones que le imponía el tratado de Versalles y se había transformado en el eslabón más débil en la cadena del capitalismo mundial. El impago de Alemania de los plazos de pago de las compensaciones por la guerra, tuvo como resultado la invasión del Rhur por parte de los capitalistas franceses. Esto contribuyó a completar el colapso de la economía alemana y la burguesía alemana se dispuso a descargar todo el peso de la crisis sobre los hombros de la clase trabajadora y las capas medias. El marco se devaluó frente a la libra, en enero su valor pasó de 20 a 40, en julio a 5 millones y a 47 millones a finales de agosto. Las masas alemanas indignadas giraron hacia el comunismo. Como declaró Brandler, entonces dirigente de la Internacional Comunista, en la reunión del Comité Ejecutivo de la Comintern:

"Había síntomas de un movimiento revolucionario en ascenso. Temporalmente, tuvimos a la mayoría de los trabajadores detrás nuestra y en esta situación creímos que, en circunstancias favorables, podríamos pasar inmediatamente al ataque…"

Pero desgraciadamente la dirección de la Internacional no estuvo a la altura de las circunstancias y no aprovechó la oportunidad que se le presentó. La victoria de la revolución habría conducido inevitablemente al triunfo de la revolución en toda Europa. Pero, como había sucedido en Rusia en 1917, y volvió a suceder en Alemania en 1923, sectores de la dirección se mostraron vacilantes. Stalin, con su oportunismo orgánico, ordenó que se "evitase" que el partido alemán emprendiera cualquier acción. El resultado fue la pérdida de una oportunidad favorable para la toma del poder en Alemania y la derrota que sufrieron los comunistas en este país. Por razones similares también fracasó la revolución en Bulgaria.

Pero las derrotas de la revolución en Europa, debido a los fallos de dirección, tuvieron inevitablemente graves consecuencias. Como había escrito Lenin cuando planteó en 1917 la necesidad de prepararse para la insurrección en Rusia:

"El triunfo de la revolución rusa y mundial depende de dos o tres días de lucha".

El fracaso de la revolución mundial y el aislamiento de la Unión Soviética, junto a su atraso, el cansancio y la apatía de las masas soviéticas que habían pasado por años de guerra, privaciones y sufrimientos terribles durante la guerra civil y la intervención extranjera, su desilusión y desmoralización ante el fracaso de sus esperanzas de ayuda por parte de los trabajadores de Europa; todo esto fortaleció, inevitablemente, a la reacción dentro de la misma URSS.

En ese momento, representando quizás de forma inconsciente los intereses de la burocracia conservadora y reaccionaria que comenzaba a elevarse por encima de las masas soviéticas, por primera vez en 1924, Stalin apareció con la teoría utópica y antileninista del socialismo en un solo país. Esta "teoría" procedía directamente de la derrota que había sufrido la revolución alemana. Indicaba un alejamiento de los principios del internacionalismo revolucionario sobre el que se había basado la revolución rusa y sobre el cual se fundó la Internacional Comunista.

Stalin, en el funeral de Lenin en enero de 1924, dejándose llevar por la costumbre habito de seguir las tradiciones de la revolución rusa, declaró lo siguiente: "Al dejarnos, el camarada Lenin nos ha dejado la fidelidad a la Internacional Comunista. Te juramos camarada Lenin, dedicar nuestras vidas a la ampliación y fortalecimiento de la unión de los trabajadores de todo el mundo y a la Internacional Comunista". En ese momento, él no tenía la menor idea de adonde llevaría a la Unión Soviética y a la Comintern la teoría del socialismo en un solo país.

La historia de la Internacional Comunista desde esos días ha estado estrechamente unida a la política fluctuante de la burocracia de la URSS. Lenin había unido insistentemente el destino de la Unión Soviética con el de la clase obrera mundial, y principalmente, con su vanguardia, la Internacional Comunista.

Hasta el juramento del Ejército Rojo comprometía a los soldados rojos a mantener su lealtad hacia la clase obrera internacional. Claro que el Ejército Rojo no era una fuerza "nacional" independiente, era un instrumento más de la revolución mundial. Evidentemente, Stalin desde hace tiempo ha cambiado todo esto.

Trotsky, junto con Lenin, que en sus últimos años de vida veía con alarma la situación que se estaba creando en la URSS, ya había comenzado la lucha contra la burocratización del Partido Bolchevique y del Estado soviético en 1923. Lenin ya había advertido de los peligros de degeneración que amenazaban al estado soviético.

En un contexto de auge de la reacción, tanto nacional como internacionalmente, la lucha entre los internacionalistas y los thermidorianos entró en una etapa aguda. Trotsky, en alianza con Lenin, pedía la restauración total de la democracia en el seno del Partido Bolchevique y los soviets. Con este objetivo Lenin pidió el relevo de Stalin del puesto de secretario general del partido, ya que éste se había convertido en el punto focal alrededor del cual cristalizaba la burocracia. Tras la muerte de Lenin, Zinoviev, Kámenev y Stalin —la "troika"—, consiguieron que el Comité Central tomara una decisión que no recogía los consejos de Lenin y comenzaron una campaña contra las ideas de Lenin que estaba defendiendo Trotsky, en esta campaña "la troika" recurrió a leyendas e invenciones espurias sobre el "trotskismo".

El destino de la Internacional Comunista estaba unido al destino del Partido Bolchevique de la Unión Soviética, que a través de su prestigio y experiencia era de forma natural la fuerza dominante en la Internacional. La transición desde la política de la revolución mundial a la del socialismo en un solo país representaba un profundo giro a la derecha de la Internacional Comunista.

En Rusia, Zinoviev y Kámenev se vieron obligados a oponerse a la política antimarxistta que por entonces desarrollaba Stalin. Formaron una alianza con Trotsky y sus seguidores. Stalin, junto con Bujarin, se opuso a la política de industrialización en Rusia a través de una serie de planes quinquenales que había propuesto la Oposición de Izquierdas dirigida por Trotsky, Stalin respondió en el plenario del Comité Central en abril de 1927 con su famoso aforismo: "el intento de construir la planta hidroeléctrica de Dnioporstroy para nosotros sería lo mismo que comprar un gramófono al mujik en lugar de una vaca".

Todavía a finales de 1927, durante la preparación de XV Congreso del partido, cuya tarea era expulsar a la Oposición de Izquierdas, Molotov dijo repetidamente: "No tenemos que caer en las ilusiones de los campesinos pobres sobre la colectivización en masa. No es posible en las circunstancias actuales". En el interior de Rusia la política fue la de permitir un pleno desarrollo de los kulaks (campesinos ricos) y a los nepistas (capitalistas urbanos). Esta política está perfectamente reflejada en la consigna acuñada por Bujarin, con el pleno apoyo de Stalin, dirigida hacia el campesinado: "¡Enriqueceos!"

La política de la Internacional Comunista giraba aún más a la derecha con la preocupación de Stalin por encontrar aliados para "la defensa de la Unión Soviética de un ataque". La Internacional Comunista ya se estaba quedando reducida al papel de guardia fronterizo. Los desacuerdos dentro del Partido Bolchevique y de la Internacional aparecieron con la cuestión de la revolución china y la situación en Gran Bretaña. En China, durante 1925-1927, la revolución estaba provocando el levantamiento de millones de personas en Asia. La Internacional Comunista, en lugar de confiar en los trabajadores y los campesinos para llevar adelante la revolución, como fue la política leninista en Rusia, prefirió confiar en los capitalistas y generales chinos. La Oposición de Izquierdas advirtió de las consecuencias que tendría esta política. El Partido Comunista Chino era el único partido obrero en China y tenía una influencia dominante entre la clase obrera; el campesinado miraba el ejemplo de Rusia que les demostraba una salida a los siglos de sufrimiento que habían sufrido en manos de los terratenientes a través de la ocupación de tierras. Pero la IC se negó tenazmente a tomar el camino de la independencia de la clase obrera, camino en el que siempre había insistido Lenin como un requisito previo para una política comunista con relación a las revoluciones democrático-burguesas y anti-imperialistas en oriente.

Mientras tanto, en Gran Bretaña se seguía una política similar, aquí las masas estaban en medio de un proceso de intensa radicalización. Como una forma de hacer frente a una invasión contra la Unión Soviética, los sindicatos rusos hicieron un pacto con el secretario general del Consejo Sindical del TUC. En Gran Bretaña existía una tendencia hacia acontecimientos revolucionarios y se puede ver en el hecho de que un millón de militantes, la cuarta parte de la militancia sindical, estaban organizados en el Movimiento Minoritario(Ala de izquierdas de los sindicatos británicos impulsada por el Partido Comunista en los años veinte). Trotsky analizó la situación en Inglaterra y pronosticó el estallido de la huelga general. La tarea del Partido Comunista y de la IC tendría que haber sido preparar a los trabajadores para la inevitabilidad de una traición por parte de la dirección sindical. En su lugar, sembraron ilusiones en las mentes de los trabajadores, especialmente cuando los burócratas sindicales se escudaron en el acuerdo con los sindicatos rusos y que utilizaron como una capa. Tras la traición de la huelga general por parte la burocracia sindical, Trotsky exigió que los sindicatos rusos rompieran relaciones con el TUC. Stalin y la IC se negaron.

Después de utilizar durante el tiempo necesario el Comité Anglo-Ruso, más de un año después de la huelga general, la burocracia sindical rompió las relaciones. La IC gritó a los cuatro vientos que la habían traicionado. Pero mientras tanto, el joven Partido Comunista de Gran Bretaña, que debería haber aumentado su militancia a pasos agigantados gracias a estos grandes acontecimientos, se quedó paralizado y desorientado con la política de la Internacional, quedó totalmente desacreditado y su influencia entre las masas se debilitó.

Estas nuevas derrotas de la IC, consecuencia directa de la política de Stalin y la burocracia, a primera vista, paradójicamente, aumentaron el poder de la burocracia dentro de la Unión Soviética. Las masas soviéticas estaban cada vez más desmoralizadas y desilusionadas con estas nuevas derrotas del proletariado internacional y su moral seguía disminuyendo. Las derrotas, que habían sido una consecuencia directa de la política de Stalin y la burocracia, fortalecieron aún mas la posición de ésta en la Unión Soviética. La Oposición de Izquierdas, dirigida por Trotsky, que había analizado y previsto correctamente estos procesos, fue expulsada en esta época del Partido Bolchevique y de la Internacional.

Los resultados internos de la política de Stalin, comenzaron a dar su fruto en el alarmante crecimiento de la fuerza e influencia de los kulaks y los nepistas. La Unión Soviética se encontraba al borde del desastre. Aterrorizados, Stalin y la burocracia se vieron obligados a adoptar una caricatura de la misma política por lo cual habían expulsado a Trotsky y sus seguidores. En Rusia se pusieron en práctica los Planes Quinquenales contra los que Stalin había luchado tan enérgicamente. Gracias a la producción planificada la Unión Soviética consiguió sus grandes éxitos y sobre las que actualmente se basa la URSS para su participación en la guerra.

Mientras tanto, el giro interno hacia la izquierda provocado por el terror, se reflejó en un giro aterrorizado hacia la izquierda a nivel internacional. Stalin se había pillado los dedos en sus intentos de apoyarse en elementos capitalistas en China y de conciliación con la socialdemocracia. Ahora, bruscamente, llevó a la internacional en la dirección contraria. La Internacional, violando sus estatutos, llevaba cuatro años sin celebrar un congreso. Se convocó un nuevo congreso el que se presentó oficialmente el programa del socialismo en un solo país como programa de la Internacional Comunista. También proclamó el final de la estabilidad capitalista y el comienzo de lo que se llamó el "tercer período". Este "tercer período" su suponía que desembocaría en el colapso final del capitalismo mundial. Al mismo tiempo, la socialdemocracia, según la una vez famosa (pero ahora enterrada) teoría de Stalin, se había transformado en el "socialfascismo". Ya no era posible llegar a un acuerdo con los "socialfascistas", que constituían el principal peligro al que se enfrentaba la clase obrera y había que destruirlo.

Fue precisamente en este período cuando la depresión sin precedentes de 1929-1933 afectó a todo el mundo. En particular, golpeó a Alemania. Los trabajadores alemanes se encontraron en una situación de degradación y miseria, y las clases medias estaban arruinadas. Las cifras de desempleo en Alemania aumentaban constantemente hasta que alcanzaron los 8 millones de parados. La clase media, al no recibir nada de la revolución de 1918 y desengañada con el fracaso de los comunistas en 1923 que no consiguieron tomar el poder, presa de la angustia y la desesperación, comenzó a buscar una solución a sus problemas en una dirección distinta. Ayudados y financiados por los capitalistas, los fascistas comenzaron a asegurarse una base de masas en Alemania. En las elecciones de septiembre de 1930 consiguieron cerca de 6 millones y medio de votos.

A pesar de su expulsión de la IC, Trotsky y sus seguidores todavía se consideraban parte de ella y pedían insistentemente que se les permitiera volver a sus filas. Al mismo tiempo, sometieron a una dura crítica la teoría suicida adoptada por la Internacional Comunista. En su lugar, defendían el regreso a la política leninista realista del frente único como único medio de ganar a las masas para la acción y a través de su propia experiencia, al comunismo.

Con la victoria de Hitler en las elecciones, Trotsky dio la señal de alarma. En un folleto titulado: El giro de la Internacional Comunista. La situación en Alemania, lanzó la señal de salida para la campaña que durante tres años llevado adelante la Oposición de Izquierdas de la Comintern, así es como se consideraban los trotskistas. En Alemania, Francia, EEUU, Inglaterra, en la lejana Sudáfrica y en todos los países donde tenían grupos, los trotskistas llevaron a cabo una campaña para exigir que el Partido Comunista Alemán emprendiera una campaña a favor del frente único con los socialdemócratas para evitar que Hitler llegara al poder.

Bajos las instrucciones directas y el asesoramiento de Stalin y la IC, el Partido Comunista Alemán denunció esta política como "contrarrevolucionaria y socialfascista". Lucharon insistentemente contra la socialdemocracia a la que consideraban el "principal enemigo" de la clase obrera y planteaban que no existía ninguna diferencia entre democracia y fascismo. En septiembre de 1930, Rote Fahne (Bandera Roja), el órgano del Partido Comunista Alemán proclamaba lo siguiente: "Anoche fue el gran día de Herr Hitler, pero la victoria electoral de los nazis es el principio del fin".

Durante estos años la IC continuó con su funesto rumbo. Cuando Hitler organizó un referéndum en 1931 para derribar al gobierno Socialdemócrata de Prusia, ante la insistencia directa de Stalin y la IC, los comunistas alemanes votaron con los nazis en contra de los socialdemócratas. Todavía en mayo de 1932, el Daily Worker británico acusaba de esta manera a los trotskistas por su política en Alemania:

"Resulta significativo que Trotsky haya salido en defensa del frente único entre los partidos comunistas y socialdemócratas en contra del fascismo. En un momento como el actual no se podría haber dado una dirección de clase más perjudicial y contrarrevolucionaria".

Mientras tanto, Trotsky había escrito cuatro folletos, docenas de artículos y manifiestos, en todas partes los trotskistas aprovechaban cualquier oportunidad para presionar a la IC para que ésta cambiara de política. En enero de 1933 Hitler pudo tomar el poder sin la más mínima oposición organizada en un país que contaba con la clase obrera más organizada y con el Partido Comunista más fuerte, exceptuando el de Rusia. Por primera vez en la historia, la reacción pudo conquistar el poder sin ninguna resistencia por parte de la clase trabajadora. El Partido Comunista Alemán contaba con 6 millones de seguidores, la socialdemocracia con 8 millones. Juntos eran la fuerza más poderosa de Alemania.

El Partido Comunista Alemán se condenó para siempre con esta traición. Pero la IC estaba lejos de reconocer la naturaleza de la catástrofe. En su lugar, apoyó solemnemente la política del Partido Comunista Alemán y de la Internacional después de considerarla perfectamente correcta.

Una organización que no puede aprender de las lecciones de la historia está condenada. Como fuerza en la lucha por el socialismo mundial la IC estaba muerta. La Oposición Internacional de Izquierdas rompió con ella y proclamó la necesidad de una nueva Internacional. Pero lo que era evidente para la vanguardia que había abandonado cualquier intento de reformar la IC, no era tan evidente para las masas. Sólo podrían aprenderlo a través de los grandes acontecimientos.

La IC continuó aplicando esta política errónea hasta 1934. Cuando los fascistas franceses, animados por los éxitos del fascismo en Austria y Alemania encabezaron manifestaciones armadas para derribar el gobierno liberal y el parlamento, el Partido Comunista dio la orden de manifestarse junto a ellos. Pero ahora el peligro que Hitler representaba para la Unión Soviética era evidente para todo el mundo. Stalin y la burocracia estaban aterrorizados. Stalin, desdeñoso y cínico con la capacidad de la IC como instrumento de la revolución mundial, la convirtió aún más abiertamente en un instrumento de la política exterior soviética. Una organización en la sociedad de clases que deja de representar a la clase obrera, inevitablemente, cae bajo la presión e influencia de la burguesía, Stalin en busca de aliados giró hacia las burguesía de Gran Bretaña y Francia. La política del Frente Popular se inició y se aprobó en el último congreso de la Internacional celebrado en 1935. Esta política de coalición con los capitalistas liberales estaba en contra de la política por la que había luchado Lenin durante toda su vida. Representaba una nueva etapa en la degeneración de la IC y del primer estado obrero.

Con el ascenso de Hitler, de nuevo gracias a la política de Stalin, se afianzó aún más la burocracia en la Unión Soviética. Las casta burocrática se ha elevado cada vez más por encima de las masas soviéticas y ha aumentado su poder. Pero esta degeneración progresiva ha sufrido también cambios cualitativos. De ser simplemente incapaz de asegurar otra cosa que no fuera la derrota de la clase obrera mundial, el estalinismo se ha opuesto a la revolución proletaria en otros países. Los Procesos de Moscú, el asesinato de los viejos Bolcheviques, las purgas, el asesinato y el exilio de decenas de miles de la flor y nata de los trabajadores comunistas rusos, completaron la contrarrevolución estalinista dentro de la Unión Soviética.

Los acontecimientos en Francia y España están todavía frescos en la cabeza de todo revolucionario. La IC jugó el papel principal en la destrucción de una revolución que podría haber triunfado. En realidad, se ha revelado como la vanguardia combatiente de la contrarrevolución. Las derrotas de la clase obrera mundial condujeron, inevitablemente, a la guerra mundial. Irónicamente, la guerra se inició con un pacto entre Hitler y Stalin. Así, Stalin asestó un nuevo golpe a la clase obrera mundial y a la IC. Después dio un nuevo vuelco y emprendió una campaña por la paz en interés de Hitler, con un habilidoso disfraz de política "revolucionaria". Como Trotsky dijo en su predicción del pacto Stalin-Hitler en un artículo escrito en marzo de 1933:

"El rasgo fundamental de la política internacional de Stalin en los últimos años ha sido el siguiente: comercia con los movimientos de clase obrera cómo comercia con el petróleo, el manganeso y otras mercancías. En esta frase no hay un ápice de exageración. Stalin trata a las secciones de la IC en los diferentes países y a la lucha de liberación de las naciones oprimidas como si fueran calderilla en las negociaciones con las potencias imperialistas… cuando tiene que apoyar a China contra Japón, somete al proletariado chino al Kuomintang. ¿Qué haría en el caso de un pacto con Hitler? Por cierto, Hitler no tiene ninguna necesidad particular de conseguir la ayuda de Stalin para estrangular al Partido Comunista Alemán. La situación insignificante en la que se encuentra el partido es la consecuencia de toda su política anterior. Pero es muy probable que Stalin llegue a un acuerdo para cortar cualquier ayuda para el trabajo clandestino en Alemania. Esta es una de las concesiones secundarias que tendría que realizar y, sin duda, estará bastante dispuesto. También podemos estar seguros de que la campaña ruidosa, histérica y hueca contra el fascismo que lleva adelante la IC desde hace unos años, va a silenciarse de una forma hábil y solapada".

La política de Stalin y el "cadáver corrupto" de la Comintern se arruinó irremediablemente cuando los nazis invadieron la Unión Soviética. La IC tuvo que dar un giro de ciento ochenta grados y convertirse de nuevo en el felpudo del imperialismo británico y Roosevelt. Pero con el aumento de la dependencia de Stalin del imperialismo estadounidense y británico, también aumentaba la presión de los "aliados" capitalistas. El imperialismo estadounidense, particularmente, ha pedido la disolución de la Comintern como garantía final frente al peligro de la revolución social en Europa después de la caída de Hitler.

Ya se ha terminado esta prolongada agonía. Stalin ha disuelto la degenerada Comintern. Al hacerlo, ha proclamado abiertamente su cambio de campo, al de la contrarrevolución capitalista en lo que concierne al resto del mundo. Sin embargo, los imperialistas que obligaron a Stalin a este intercambio a cambio de concesiones y negocios por su parte, no han comprendido las consecuencias que esto tendrá.

De ninguna manera van a poder abortar las nuevas revoluciones que estallarán por todo el mundo. En menos de dos décadas desde que comenzó su degeneración, la Comintern ha arruinado muchas situaciones favorables para la revolución en muchos países. Las décadas venideras serán testigo de muchas revoluciones que llevarán al colapso y la desintegración del capitalismo.

La época de entreguerras, aunque fue una época de convulsiones violentas, pronto será considerada como una época tranquila en comparación con el período venidero. En un ambiente de insurrecciones y tormentas sociales, se volverá a construir un verdadero instrumento de la revolución mundial. Durante las últimas décadas los obreros, excepto en Rusia, han carecido de un partido y dirección bolcheviques. Volverán los magníficos días de la Internacional Comunista de 1917-1923.

El crecimiento del apoyo internacional a las ideas del marxismo, basadas en las tradiciones del bolchevismo, la rica experiencia del pasado, aprendiendo de las derrotas de la clase obrera, una vez más llevará a los oprimidos hasta el derrocamiento del capitalismo y el establecimiento de una república socialista mundial.

FUENTE:http://www.marxismo.org/?q=node/120
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Estudiar a Trotsky: necesidad y obligación revolucionaria


Javier García Noviembre 1999

Estudiar las brillantes aportaciones de Trotsky al cuerpo vivo del marxismo es, más que una necesidad, una obligación para cualquier activista obrero. Los análisis de Trotsky, realizados hace más de medio siglo, se han visto confirmados por el acontecer histórico.


Sin duda alguna, el marxismo de nuestra epoca, la época de la globalización imperialista y la transición al socialismo, no ha podido encontrar mejor interlocutor. Trotsky no sólo combatió duramente en las jornadas revolucionarias de 1905 y 1917, sino que ocupó una vital posición dirigente en ambos procesos.

Al lado de Lenin, su principal maestro, dirigió las riendas del recién nacido estado obrero soviético, primero como ministro de asuntos exteriores y más tarde, como comisario de guerra, fundando el glorioso ejército rojo, que venció la contrarrevolución auspiciada por las principales potencias capitalistas.

Ambos dirigentes, Lenin y Trotsky, se entregaron en cuerpo y alma a la construcción de la Internacional Comunista, la III Internacional, el partido mundial de la revolución socialista, la fuerza revolucionaria más impresionante que haya conocido la historia.

Conscientes de que la revolución no podría sobrevivir en un país atrasado y aislado como Rusia, Lenin y Trotsky dieron más importancia a la Comintern que a la propia existencia de la URSS.

Con los primeros sintomas de burocratización del estado obrero, Lenin ya enfermo, intentó convencer a Trotsky para lanzar una lucha a muerte contra el estalinismo emergente. Lenin llegó a aconsejar al partido bolchevique la destitución de Stalin como secretario general del partido, que entonces era considerado un cargo más organizativo que político. En sus Cartas al Congreso (Testamento político), Lenin elogia la figura de Trotsky calificándole como el elemento más capaz del partido.

Varios meses antes de morir, Lenin rompió relaciones personales con Stalin, pero su enfermedad y muerte le impidieron dar la batalla contra Stalin en el congreso del partido. Trotsky, en lo que después reconoció como uno de los grandes errores de su vida, rehusó atacar a Stalin, cuando sin duda alguna tenía el apoyo mayoritario del partido, por temor a provocar una escisión.

Pero, una vez muerto Lenin, Trotsky es objeto de una calumniosa campaña de desprestigio político dirigida por la troika (Stalin, Kamenev y Zinoniev) cuyo objetivo era alzar un muro artificial entre el leninismo y el así llamado "trotskismo", término inventado por los enemigos de Trotsky y que jamás fue aceptado por el revolucionario ruso.

Trotsky predijo el desastre, con 50 años de adelanto, al que la burocracia estalinista llevaba a la URRS. Hoy, cuando sólo quedan ruinas de la degeneración estalinista, son los seguidores de Trotsky los únicos defensores convencidos de la vigencia de la Revolución de Octubre y de las ideas del internacionalismo y del comunismo.

La agonía prolongada del capitalismo dará una nueva oportunidad a la clase trabajadora para derribar el orden burgués y transformar la sociedad. A través de la lucha, las ideas y el programa marxista penetrarán en las mentes y los corazones de los explotados y oprimidos, convirtiéndose en una fuerza imparable.

Si las ideas marxistas consiguen ganar la dirección proletaria, la humanidad dará un gran salto de gigante hacia una nueva sociedad, el comunismo, una sociedad sin clases, sin estado, sin fronteras ni ejércitos, sin armas, una sociedad humana universal basada en el principio de "a cada uno según su necesidad, de cada uno según su posibilidad".

El comunismo es una sociedad superior, es el reino de la libertad, el arte, la cultura y el ocio, un mundo donde el trabajo asalariado y alienante ha desaparecido y el ser humano es libre de desarrollar todas sus potencialidades creativas.

La humanidad comunista podrá afrontar con éxito aquellas metas que el capitalismo es incapaz siquiera de soñar, como la superación de enfermedades hoy incurables como el cáncer o de viejas lacras como el hambre en el mundo.

Pero para eso aún queda mucho por hacer. El capitalismo no va a caer sólo. Si el reformismo y el estalinismo consiguen mantener su poder e influencia en el seno del movimiento obrero en las próximas décadas, una larga cadena de derrotas sangrientas esperan al proletariado mundial, con la posibilidad de guerras y catástrofes que pueden hacer peligrar la propia supervivencia de la raza humana.

Por eso desde hoy es necesario luchar por la revolución socialista. Aquellos que abracen las ideas marxistas se covertirán en agentes conscientes del proceso histórico. Y para ello es fundamental una buena formación política y no hay mejor manera de empezar a formarse que leer a los clásicos del marxismo y, en particular a León Trotsky.


FUENTE:http://www.marxismo.org/?q=node/48
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Trotsky en el siglo XXI

 
Guillermo Almeyra Agosto 2007
(Guillermo Almeyra es profesor investigador de la UNAM y columnista y editorialista del diario " La Jornada" de México)




Una corrección apresurada de mi artículo anterior sobre Trotsky antes de enviarlo permitió que se publicase que había sido asesinado hace 47 años, en vez de 67. Muchos lectores corrigieron por su cuenta, pero igual les ofrezco disculpas a todos. En ese artículo hablaba de lo que sigue siendo válido en Trotsky; en este, por el contrario, mencionaré brevemente lo que a mi juicio ya no lo es.

Después del derrumbe de la Unión Soviética -previsto por Trotsky en La revolución traicionada, ya en 1936-, después del terrible desprestigio de la palabra comunismo causado por los Stalin, los Pol Pot, los Ceausescu, los Mao y sus seguidores, después de las modificaciones profundas causadas por la derrota del movimiento obrero a escala mundial por la mundialización dirigida por el capital financiero, con su secuela terrible de desocupación, emigraciones, caída brutal del ingreso, supresión de conquistas sociales históricas, y después de la reanudación del más feroz colonialismo y del apartheid (en Palestina), de las guerras coloniales imperialistas (Afganistán, Irak) y del ingreso sin frenos del capitalismo en China, Vietnam y las repúblicas que antes formaron la ex Unión Soviética, ¿qué ha demostrado ser erróneo o qué pasó a ser obsoleto en el pensamiento de Trotsky?

En primer lugar, la caracterización de la URSS, ya a partir de los años 30, como Estado obrero burocráticamente degenerado, de la cual derivó la caracterización de los Estados supuestamente "socialistas" de la posguerra como Estados obreros deformados. No era posible, en efecto, seguir hablando de "Estado obrero" -después del aniquilamiento de los soviets, del partido bolchevique, de la democracia obrera, con el surgimiento de una casta brutal y totalitaria privilegiada, después de las matanzas y deportaciones de millones de personas y cuando los campos de concentración, de trabajo esclavo y de exterminio estaban en el orden del día- sólo porque las empresas eran del Estado, existía el monopolio del comercio exterior y la economía estaba burocráticamente planificada y porque los advenedizos en el poder se veían todavía obligados a hablar de Marx, de Lenin, del socialismo (a los que prostituían y traicionaban a cada paso). La propiedad, aunque jurídicamente fuese "colectiva", no era de la sociedad, sino de un Estado que se reforzaba mediante el terror, y su disfrute era monopolizado por una casta con valores y gustos capitalistas, estrechamente nacionalista e igualmente feroz en su relación con los trabajadores -supuestos dueños del poder estatal- que los gobernantes capitalistas anteriores. Esos estados, aunque no gobernados por capitalistas sino por burócratas, formaban parte de un solo mercado y de una relación mundial capitalista (que trataban de conservar con su política enterradora de revoluciones y de "coexistencia pacífica" con el imperialismo).

Capitalistas de Estado, los burócratas estalinistas de todos los países "socialistas" preparaban el camino a la restauración pura y simple del capitalismo en condiciones semicoloniales o de dependencia del capital extranjero. Las ilusiones de gente inteligente, como Ernest Mandel, cuando el comienzo del derrumbe con Gorbachov, sobre la posibilidad de una revolución puramente política que regenerase el Estado "soviético" (que había acabado con los soviets 70 años antes), partían de la aceptación dogmática de esa caracterización errónea de Trotsky y de la total subestimación de los terribles cambios negativos introducidos durante más de 65 años por el estalinismo en la clase obrera y la sociedad de esos países, y en las fuerzas socialistas, a escala mundial.

Los cambios provocados por la mundialización (mejor dicho, por la ignorancia y la incapacidad de estalinistas y socialdemócratas, debido a su estrecho nacionalismo y su estatalismo, de preverla y enfrentarla) han modificado profundamente la clase obrera y su subjetividad así como la relación entre las clases y entre las zonas urbanas y rurales. No se puede ver ya a la clase obrera -ni siquiera en el sentido más amplio de la palabra- como sujeto homogéneo y prácticamente único del cambio revolucionario, como pensaban los bolcheviques como Trotsky hasta la Segunda Guerra Mundial. Y la alianza obrera y campesina, si bien sigue siendo una necesidad en la inmensa mayoría de los países, debe incorporar también a vastísimos sectores que no son ni obreros ni campesinos ni constituyen una clase. Para construir el socialismo también sigue siendo necesario un partido, pero éste no puede ser un partido bolchevique fuertemente centralizado, al cual se subordina todo, como el que fue necesario para Rusia en una fase determinada y heroica de la lucha, pero que hoy es irrepetible. El "partido" en cuestión debe ser más parecido al de Marx, o sea, a la unión voluntaria y libre de los esfuerzos y las inteligencias de todos los que comparten una tendencia política, independientemente de las diferencias o matices que puedan existir en el mismo. Y ese "partido" no puede ser ni una vanguardia eterna autoproclamada ni el eje del poder sino, como los marxistas en la Comuna de París o los revolucionarios rusos en los soviets, la parte más activa en la construcción por el "trabajador colectivo" marxiano, de ese poder tanto en la conciencia de los oprimidos y explotados como en el enfrentamiento con el poder de los patrones y del Estado.Un partido instrumento transitorio de los explotados y oprimidos para construir poder, suprimir las clases, el Estado, el poder sobre los seres humanos y no sobre las cosas, los partidos mismos, e integrar al ser humano libre en su medio ambiente, preservado y reconstruido como base misma de esa libertad. De ahí deriva la importancia de la lucha por la democracia política y social y por la defensa del ambiente; de ahí también la de la lucha por una cultura alternativa y por unir estrechamente, en nuestros países, el combate por la liberación nacional con la liberación social.

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fuente:http://www.marxismo.org/?q=node/1015