sábado, 5 de febrero de 2011

Los marxistas

En España la prensa comenzó a hablar de los marxistas cuando la Exposición Universal de París de 1889, la de la Torre Eiffel, que tuvo lugar del 6 de mayo [en que se cumplía el centenario de la primera deliberación en los Estados Generales de 1789] al 31 de octubre de 1889, exposición conmemorativa del primer centenario de la Gran Revolución. El 14 de julio de 1889, aprovechando la Expo y para celebrar el centenario de la toma de la Bastilla, dieron comienzo en París dos famosos congresos internacionales obreros que pretendían ambos apropiarse del rótulo socialista, uno posibilista (cuyo adalid era Juan Jaurés y que se reunió en el Hôtel des Chambres syndicales de la calle Lancry) y el otro marxista (cuyo adalid era Pablo Lafargue y que se reunió en la Sala Petrelle y luego en la de las Fantasies parisiennes, más amplia). Al congreso posibilista asistieron al menos cuatro sindicalistas españoles de Barcelona: Antonio Fernández Felgueroso (delegado por la Sociedad de Obreros Mecánicos), Baldomero Oller (por la Sociedad de Ebanistas), Eudaldo Xuriguera (por la Sociedad Tres Clases de Vapor) y José Campis (por la Sociedad de Barberos y Peluqueros). Al congreso marxista (el Congreso Internacional Obrero Socialista, celebrado del 14 al 21 de julio, que pasaría a ser considerado el primero de la Segunda Internacional y cristalización simbólica de la cuarta generación de la izquierda, la socialdemócrata) asistieron dos españoles de Madrid, Pablo Iglesias (representando al Comité Nacional del Partido Socialista Obrero, que él había fundado en 1879) y José Mesa (el primer traductor de Marx al español, que vivía en París y representó al órgano de ese partido, El Socialista, que se había fundado en 1886), que se codearon con Pablo Lafargue, Eleonora Marx, Eduardo Vaillant, Julio Guesde, Jorge Plejanov, Eduardo Bernstein, Augusto Bebel, Guillermo Liebknecht, &c.
 
 


1889 «Dos congresos obreros en París. El Congreso internacional obrero, organizado por el partido obrero francés, inauguró sus tareas el martes último. Asistían a la reunión numerosos delegados de los otros países, especialmente ingleses y alemanes. El Congreso celebra sus sesiones en un local de la calle de Lancry. Al mismo tiempo se está celebrando otro Congreso de trabajadores, de significación distinta de la del que se inauguró el martes. Este es un Congreso posibilista; el otro es un Congreso marxista. En el primero, el secretario dio cuenta desde luego, apenas abierta la sesión inaugural, de que los esfuerzos hechos por los organizadores para ponerse de acuerdo con los marxistas habían sido inútiles, resultando por consiguiente inevitable la dualidad de Congresos. El secretario atribuye la culpa de ese fracaso a los delegados alemanes, que se han mostrado intransigentes, y que al parecer entienden el principio de la fraternidad social como fórmula para hacer e imponer su santa voluntad. Un delegado italiano, que se llama Costa, anuncia que ha recibido poderes para asistir a los dos Congresos, y exhorta a los socialistas a que se unan y acaben de vivir unos con otros como perros y gatos. El presidente de los posibilistas, dice que la dualidad de Congresos es cosa que le importa poco.

Lo que debemos hacer, en lugar de tirarnos piedras de uno a otro Congreso, es trabajar cada cual por su lado con buena gana, y sacar labor fina. Como las resoluciones que en ambas partes se tomen serán, a no dudarlo, iguales, de ahí vendrá que en el momento de la lucha pelearemos todos en común. Por la noche, el Comité francés posibilista obsequió a los delegados extranjeros, con un vin d'honneur, en la sala Wagram. Asistieron ochocientos convidados, entre extranjeros y nacionales. El Ayuntamiento de París, que había recibido billete de convite, estaba representado por uno de los presidentes, M. Joffrin. Se pronunciaron muchos discursos, como era natural, pues para eso se dan esos banquetes. Un orador, sin andarse en cumplidos, descargó a boca de jarro un brindis furioso contra Boulanger y su partido. El representante del Municipio parisién no quiso ser menos, y también tiro contra el boulangerismo. —Pese a quien pese –dijo– París es la tierra de las revoluciones. Y París está dispuesto a hacer otra, si los tunantes que conspiran contra la república se atreviesen a ponerle mano. Como se ve, el boulangerismo está bien entre los obreros. El congreso marxista comenzó también tratando el punto de su fusión con el otro Congreso. Pero se votó por gran mayoría que se abandonara el intento. Quedan, pues, las dos agrupaciones discutiendo cada una por su lado.» (La Iberia, diario liberal, Madrid, viernes 19 de julio de 1889


«De la Exposición Universal. Han empezado a funcionar de noche la exposición panorámica y el pabellón del petróleo, junto al puente de Jena. —Los individuos de los congresos marxista y posibilista han terminado sus trabajos con los banquetes de rigor, después de haber asistido unos y otros al muro de los federales, donde han pronunciado grandes discursos y repetido sus acostumbrados vítores a la Commune y a los mártires de 1871.» (La Correspondencia de España, Madrid, jueves 25 de julio de 1889


«Crónicas de la Exposición de París. [...] Con el espectáculo de ciertas recepciones invitan mucho a reflexionar sobre las consecuencias de la Exposición el de los Congresos revolucionarios internacionales de marxistas y posibilistas, que desde hace ocho días celebran sus sesiones, el posibilista en el Hotel de las Cámaras sindicales de la calle Lancry, y el marxista, habiendo encontrado pequeña, después de su segunda reunión, la sala Petrelle, donde se congregaba, en la de las Fantasies parisiennes de la calle Rochechouart. Al Congreso marxista asisten 81 delegados por París, 108 por los departamentos de Francia y 189 de diversos países extranjeros. Los extranjeros son 83 alemanes, de los cuales 11 son diputados del Reischstag; 6 rusos, 14 belgas, 4 polacos, 3 suecos, un noruego, 2 daneses, 4 holandeses, 3 húngaros, 2 españoles, 3 austríacos, 21 ingleses, un americano, un brasileño, un búlgaro, un griego, un bohemio, un alsaciano, un portugués, 11 italianos, 6 suizos y 4 rumanos. Además de los diputados del Reichstag Bebel, Dietz, Frohme, Geillemberger, Harm, Kuhn, Liebknecht, Meister, Sabor, Schumacher y Singer, son diputados en Francia Camelinat, Boyer y Ferroul; en Italia, Costa, y en la Cámara de los Comunes de Inglaterra, Cunningham-Graham. En uno y otro Congreso los temas de que se trata y las propuestas que se hacen para las conclusiones finales son unas mismas. La aspiración suprema del socialismo en este momento de su historia es la de una legislación internacional para el trabajo, y la de una reglamentación legal de la duración del trabajo diario; por último, la vigilancia de los talleres. El Congreso posibilista se compone de 42 delegados ingleses, en representación de 274.643 obreros; 8 belgas, representando 150 grupos y 200.000 obreros; 3 portugueses, con una representación de 28.847; 2 daneses, por 71 cámaras sindicales y 20.200 miembros; 4 norteamericanos, por 48.000 obreros; 2 holandeses, por 73 sindicatos y 45 sociedades; 7 austro-húngaros, por 76 sindicatos y 18 círculos; 12 italianos, 5 españoles, un polaco y un suizo. El número de delegados parisienses es de 389, representando 92 cámaras sindicales y 49 grupos y circulos, y el de los departamentos, 114 por 46 cámaras sindicales y 30 grupos o círculos. Los representantes de Bélgica, Dinamarca e Italia presentaron mociones de fusión entre los dos Congresos socialistas; pero, aunque se discutió mucho, no se llegó a un acuerdo. [...] III. A otros Congresos no tan sospechosos ha dado lugar la Exposición centenaria de 1889, cuyas sesiones se han estado celebrando al mismo tiempo que las de los socialistas divididos por sus disensiones profundas: una de estas es de la asistencia á los heridos de la guerra.» (La ilustración española y americana, Madrid, 30 de julio de 1889.


1890 «Extranjero. Federación Internacional del trabajo. En los momentos en que la conferencia del trabajo se reune en Berlín y en donde, a instancias de diversos gobiernos, se ha descartado del programa de sus deliberaciones la reducción de las horas de trabajo, los socialistas de los países de Europa, estimulados por los recientes rescriptos de Guillermo II, se proponen poner en ejecución una resolución que tomaron el año pasado en el Congreso marxista de París. Esta consiste en organizar para el 1.º de mayo próximo, en todos los países y ciudades a la vez, una gran manifestación, con objeto de poder conseguir de los poderes públicos que se limite legalmente a ocho horas diarias la duración del trabajo. Desde hace meses, los marxistas de Europa, en particular los de la capital de Francia, preparan el movimiento proyectado. En una de las últimas sesiones del Ayuntamiento de París uno de sus miembros M. Daumas, presentó un proyecto invitando a la asamblea a asociarse a la manifestación socialista. Ha pedido a sus colegas que se disponga que los talleres, arsenales y oficinas de París se cierren el 1.º de mayo y que se celebre una gran fiesta del trabajo este día en el Campo de Marte. La proposición de M. Daumas ha pasado a manos de la Comisión correspondiente, y después de todo lo que ya ha hecho el consejo municipal de la Ville-Lumiére, es muy posible que se adopte.» (La Dinastía, Barcelona, lunes 24 de marzo de 1890

Fuente: http://www.filosofia.org/ave/002/b023.htm
EVER TENEPPE 17767425
CRF


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